EL PARTO DE LOLITA, MI MEJOR REGALO DE NAVIDAD

Este finde para mí ha sido muy especial, Lolita cumplió 2 meses. Se hizo esperar, sí… pero ahora no se si es porque quería nacer en un día tan bonito, señalado y especial como el día de Navidad.
Me hubiera encantado escribiros antes, pero la verdad es que, como buena primeriza que soy, no me he separado ni un segundo de la chiquitina y me he dedicado de pleno a ella. A pesar de haber pasado ya tanto tiempo de aquél día, recuerdo cada segundo de aquél 25 de diciembre! Para mí, parece que fue ayer!
El viernes 22, ya salida de cuentas, tenía cita para monitores, y ese mismo día le pedí (mejor dicho le rogué) a mi ginecólogo que me lo indujera (y eso que, como sabéis, siempre he abogado porque todo fuera lo más natural posible), porque después de una noche en la que vomité unas 7 veces más o menos, mi cuerpo ya no podía más, estaba lo que se dice literalmente “AGOTADO”.
Mi ginecólogo me vio tan desesperada que no me puso problemas, pero quiso explorarme antes (al subirme al escaloncito con la férula para colocarme en la camilla, éste se movió perdí el equilibrio y me gané una lesión mas… un esguince en la mano izquierda… sí, sí lo que me faltaba). El cuello uterino lo encontró muy favorable, pero cuando me hizo la eco empezó a dudar. Lola, que siempre había estado muy bien colocada se había movido y estaba totalmente diagonal. La parte de atrás de su cabecita, el occipital, estaba apoyada en mi cadera derecha y al empujar, me pinzaba el nervio provocándome ese calambre a lo largo de toda pierna derecha. Tras ver esto, me dijo que no lo veía tan claro, si me lo inducía probablemente podría terminar en parto instrumental o en cesárea al estar tan encajada en la cadera por lo que yo le dije que me esperaría, que intentaría moverme mucho con el fitball en casa y buscar posturas que ayudasen a que la chiquitina se colocase hacia el canal de parto… total en 4 días, si no me ponía sóla, me lo provocaban. El ginecólogo me dijo que pensaba lo mismo que yo, pero que él no estaba con mis dolores así que yo elegía.
Y elegí esperar.
Ahí me dí cuenta porque se había encajado en la cadera derecha. El walker contaba con una pequeña plataforma que hacia que la pelvis izquierda estuviera más alta que la derecha al ir siempre plana por mi comodidad.
El domingo, día de nochebuena fuimos todos a cenar a casa de mi hermana Paloma, lo pasamos fenomenal. Después de la cena, cayeron villancicos y bailes con los chiquitines de la casa y yo empecé a encontrarme un poco pachucha… demasiados calambrazos seguidos y dolor tipo regla…
Me acuerdo que al llegar a casa, le dije a Fran que si seguía así nos tendríamos que acercar al hospital, él quiso ir pero yo prefería descansar, estaba segura que al echarme a dormir, se me pasaría el malestar.
Al día siguiente, al despertarme, lo primero que hice fue ponerme la heparina (fue algo automático) y aunque estuve bastante rara esa noche, no lo dudé porque estaba convencida de que me lo tendrían que acabar induciendo el 26. Me preparé un pedazo desayuno, me pegué una super ducha calentita y me arreglé para ir a misa de 12:00h. Al salir de casa, justo al bajar el escalón del portal me quede totalmente doblada del latigazo que me dio en la pierna (si, sí… día 25… en el portal de Belén…jajaja.. todo muy navideño). Fue tal el dolor que me dio cosa que se repitiera y me fallase la pierna en plena calle, por lo que decidimos volver a casa. Me puse a ver la tele sentada en el balón de fitball. Empecé a moverme como una loca para desencajar a Lola de la cadera, ya que pensaba que lo calambres eran porque aún seguía mal encajada y la pobre no cabría bien (agobios de madres ya).
Sólo contaba con ese día antes de dar a luz y quería ayudarla a encontrar el canal de parto.
Para mi sorpresa, al poco tiempo, me volvió a repetir el mismo dolor así que, sin decir nada a nadie, empecé a mirar el reloj y a controlar cada cuanto tenía esa “sensación”. A los pocos minutos, otra vez, y el dolor se mantuvo un pelín más. Más o menos a los 15 minutos, vi que las contracciones eran rítmicas y bastante regulares. Cuando empecé a sentirlas cada 5 minutos, le dije a Fran “creo que ha llegado la hora”. Recuerdo esa cara, esa mirada de sorpresa, alegría e ilusión. La mía era un poema, tantos años dedicándome en preparar a las mamás para el parto y cuando me llega a mí la hora (con las ganas que tenía de vivirlo en primera persona) me acobardo por haberme puesto la heparina… Tenía tan asumido que nacía el día 26 que no caí en no ponerme la medicación y eso significaba “parir sin epidural”. Y eso es como cuando te ponen a dieta y te quitan “algo” y justo lo que te apetece comer es ese “algo” que te han prohibido. Mi preocupación no sólo era pensar si estaba fuerte o no para afrontar el trabajo de parto sin ayuda. Iba más allá. No hacía más que darle vueltas en que si seguía mal colocada y acaba en cesárea… ¿que pasaba con la heparina? o si tienen que utilizar instrumental porque estaba demasiado encajada en la cadera, ¿lo harían sin ninguna tipo de analgesia?… Me la había puesto sólo hacía 3 horas.
La autoconfianza es la clave para tener un parto 10, y yo no estaba lo que se dice “fuerte psicológicamente”.
Estaba cansada de vómitos, náuseas, malestar general, ardores, dolor de garganta del reflujo que tenía, del dolor del pie roto sin poderme tomar nada, dolor de la pubalgia que desarrollé al apoyarme sólo en la pierna derecha durante todo el último mes, dolor de espalda y de manos (sobre todo la del esguince) por las muletas… Como yo siempre digo, una de las cosas fundamentales para parir es ir animadas, con ganas, positivas y con fuerza y energía suficientes. Y lo más importante de todo, jamás ir al parto como una competición o una meta en plan “tengo que parir sin epidural”. Nadie es más madre por parir con o sin epidural. O si el parto es vaginal o por cesárea. Hoy en día hay tanta información al alcance de nuestras manos que intentamos planificar y soñar con nuestro parto perfecto. Y hay que ir positivas pero sin necesidad de cumplir unas expectativas. Las mamás que se ponen como meta parir sin epidural, por los múltiples beneficios que hay (sobre todo para los bebés), si ven que después de intentar aguantar necesitan pedirla, les supone algo muy negativo el pensar “no he podido, no he sido capaz”. Y no hay que sufrir por sufrir. No pasa absolutamente nada como he dicho anteriormente.
El trabajo de parto es como una carrera de fondo para algunas o como un sprint para otras, pero para ambas sólo es posible a base de esfuerzo y trabajo. Por ello, la madre tiene que estar 100% preparada tanto física como mentalmente.
Yo deseaba vivir mi parto, sentir mi cuerpo y darle respuesta a lo que éste me pidiera. No tenía ningún plan de parto porque no sabía cómo iba a aguantar y afrontar las contracciones. Lo único que tenía claro es que fuera un parto respetado y lo más natural posible, dentro de mis posibilidades. El saber que no tenía ninguna opción de ponerme absolutamente nada y que Lola estuviera mal encajada, me bloqueó. Yo no me veía ni anímica ni físicamente fuerte, iba pensando que sin epidural no iba a ser capaz de aguantar. Estaba en modo “no puedo, no puedo, no puedo…” ¡Error!
La cabeza es la herramienta más valiosa que tenemos para afrontar el parto. El saber que puedes y trabajar mano a mano con el dolor, y no en su contra, hace todo.
No tardamos en ponernos en marcha, pero a mí me daban las contracciones muy seguidas y con las muletas iba muy despacio. No sabéis lo que me costó subir las escaleras de casa. En el coche, me vine abajo, tenía muchas ganas de llorar… Me acuerdo que le decía a Fran “no voy a poder”, “estoy harta de dolores”, “no voy a aguantar”… Él se portó fenomenal, me decía “claro que vas a poder, eres una campeona y es el último esfuerzo, vamos a ver en nada a Lolita y encima en un día tan bonito! Además si te apetece llorar, llora… No pasa nada, te lo mereces”.
Recuerdo mirar el reloj del coche las 12:57h y escribir un mensajito a mi familia para que supiesen que estaba de parto. Todos sabían que yo prefería vivir esta experiencia sola con mi marido y que avisaríamos cuando ya hubiera nacido la chiquitina. Me parece un momento tan íntimo para la pareja que no quería que nos lo robara nadie.
Después empecé a contar las horas que debían pasar para que me pudieran poner “algo”, pero las contracciones no me dejaban concentrarme, así que me dije a mi misma, “esto va a ser más rápido de lo que creo”, así que empecé a respirar y me decía a mí misma “Belén vas a ser madre, así que fuera lloros y a por todas”…
Llegamos al hospital a las 13:15h y fuimos directos a urgencias, donde me hicieron pasar a la sala de espera. Yo no hacía más que caminar con las muletas, de aquí para allá, y cuando me venía una contracción, me paraba, me apoyaba en las sillas y respiraba para intentar relajarme lo máximo posible… En 5 minutos, que para mí fueron eternos, me pasaron a monitores.
Recuerdo lo incómoda que estaba en ese asiento y le pedí a Fran que me ayudase, se colocó en frente mío, me colgué de él, y el empezó a mecerme, como habíamos practicado tantas veces en casa. Cuando venía una contracción me paraba y le abrazaba fuerte fuerte para afrontarla. No sabéis que alivio notaba porque el dolor cada vez era más intenso.
Cada vez eran más seguidas, y me daban poca tregua.
Me querían tener 25 minutos así, para ver la dinámica de las contracciones, pero no aguantaba… me entraron ganas de ir al baño y no podía controlarlas. Cuando se lo comenté al enfermero, me dijo “si te los quito, tendríamos que empezar de nuevo a monitorizarte y esperar otros 25 min más”, por lo que no me quedó mas remedio que soportar esas ganas hasta que no pude más y me dejaron ir al baño. Al ir a hacer pis, salió muchísima sangre, roja muy roja y ahí fue cuando ví que esto iba a ir muy rápido. Fran estaba fuera del baño, ya esperando con la silla de ruedas que le habían traído para que dejara por fin las muletas. Cuando salí, me pasaron a qué me reconociese la ginecóloga de urgencias. Entré en la sala, me ayudaron a quitarme la férula, y a subirme a la camilla. En la exploración vieron que estaba ya de 5cm de dilatación y directamente me dijo “a paritorio”. Recuerdo que tenía muchísimo calor, que estaba sudando como una loca. Fran me soplaba y abanicaba en la nuca y me decía al oído “tranquila que va a ir todo muy bien, ya veras!”.
Me ayudaron a sentarme de nuevo en la silla de ruedas y en un segundo, estaba ya en el paritorio, poniéndome como podía el camisón, recuerdo que las contracciones eran muchísimo mas intensas y más duraderas. Apenas podía hablar y me ponía de pie con las manos apoyadas en la cama dejando caer la tripa hacia delante para afrontar mejor el dolor. Las enfermeras me decían “cuidado con el tobillo” y yo recuerdo que contesté “el pie me da igual, necesito concentrarme en parir”, menuda redicha pero eso es lo que hice, moverme todo lo que podía entre contracción y contracción, recuerdo que mi cuerpo me pedía ponerme en cuadrupedia y seguir moviéndome. Así que es lo que hice. En ese momento, llegó Fran que había ido a por los papeles del ingreso y ya estaba vestido de verde, él se puso a mi lado, a masajearme la espalda y a animarme.
Recuerdo su cariño, su apoyo y sus ánimos y a día de hoy, me emociono con sólo recordar cómo se portó. No hubiera podido elegir mejor compañero de vida, y en este caso, mejor compañero de parto.
Me hicieron tumbarme para colocarme los monitores y decidí ponerme de lado porque boca arriba me costaba más respirar. Me entraron ganas de vomitar y me mareaba, me dijeron que sería del dolor, puesto que la tensión estaba bien, así que Fran me cogió de la mano y con la otra sujetaba la palangana (un cuadro vamos…). Recuerdo que sentí una contracción brutal y a continuación noté que me mojaba entera y es que había roto la bolsa. Ahí fue cuando mi matrón me dijo “Belén, ahora respira y concéntrate en parir porque las contracciones van a ser mucho más fuertes”. Seguidamente noté que el matrón se puso a explorarme y no sé si me desenganchó la cabecita de Lola o me la recolocó, pero noté que hizo algo que me molestó bastante pero tras esa exploración empecé con muchas ganas de pujar, se lo dije. Me vino otra contracción muchísimo más duradera y me controlé en no pujar hasta que no me diera el ok. El volvió a explorarme y comprobó que estaba completa, eso quería decir que ya había llegado a los 10cm de dilatación.
Empezaba la fase de expulsivo.
Llamaron corriendo a la ginecóloga de urgencias, ya que mi ginecólogo estaba de camino aún. Me dio rabia porque confiaba mucho en él, pero me dije a mi misma “Belén, la mujer está hecha para parir y si todo va bien no hace falta la ayuda de nadie”. Y eso fue lo que hice, concentrarme y pensar que en nada tendría a Lola conmigo. En cuanto llegó la ginecóloga, se puso los guantes se sentó en un taburete y me dijo “cuando quieras puedes pujar”. Recuerdo que mis piernas me temblaban muchísimo, puse las manos en las rodillas para alargarme hacia atrás y colocar a Lolita en canal de parto y cuando sentí que mi cuerpo empezaba a contraerse empuje muy fuerte, soltando aire y frenándolo, recuerdo que me salía solo, no me bloquee y recordaba a María diciéndome, “Belén despacio no hagas el pujo tan rápido, fuerte y explosivo porque sino te desgarrarás”. No se de dónde salieron las fuerzas porque ni me dolió ni me costó nada, y en un solo pujo salió Lolita. Sólo puje una vez, y oí a mi marido “ Ya, ya ha salido, que cosa más bonita”. Yo pensé.. “pero… ¿ya?”. Recuerdo que estaba preparada para hacer otro pujo pero la ginecóloga, que hasta entonces sólo se había quedado como mera espectadora, me dijo “Ahora no pujes”. No sabéis que nervios, estaba deseando verla y más que me dijeran que estaba todo bien.
Fue entonces cuando la ví por primera vez, alargué los brazos hacia ella para cogerla, que poquito pesaba, qué cosa tan chiquitina. Me ayudaron a colocarla encima de mi pecho y sentí su calor y su respiración por primera vez fuera de la tripita. Piel con piel. Ese momento fue tan mío, estaba como “ida” pero era algo tan esperado y soñado que quise disfrutarlo al máximo.
Recuerdo su carita, esos ojazos tan abiertos, esa expresión tan dulce que tenía. Me sorprendió lo hechita que estaba y el buen color que tenía. Sin duda, mi niña había sido tan rápida que no sufrió nada, parecía niña de cesárea. Recuerdo el beso de mi marido, que me dijo “has visto como podías?, eres una campeona”, le dio un besito a Lola y me dijo “que sepas que tiene mis orejas”… Y ahí fue cuando Lola cogió por primera vez la mano de su papá. Entre risas y lágrimas nos miramos y vimos que nuestro regalo de navidad ya había llegado.
Me emocioné mucho sentirla encima mío, como respiraba y se calentaba junto a mí. Estaba feliz, tranquila y por fin todas mis preocupaciones desaparecieron. Eran las 14:30h, todo había pasado tan rápido que aún no me lo creía. Ya era mamá. Y no había tenido ningún tipo de complicación, sino todo lo contrario fue un parto súper rápido. Tanto que, no les dio tiempo ni a vendarme las piernas como me indicó el cardiovascular, pero no supuso problema alguno.
Mientras yo estaba en una nube, Fran, como hubiera hecho yo en su lugar, no tardó en retratar momentos de los que yo no era del todo consciente. Gracias a él puedo revivir lo que sentí al verla por primera vez, cada vez que veo esas fotos. Paloma me quiso regalar una maravillosa fotógrafa de partos, Eva Gascón, con la que nos habíamos reunido para lo que nos gustaría retratar y lo que no, entendiéndonos a la perfección la una a la otra, pero no se me pasó tanto a mí como a Fran avisarla, fue todo tan rápido… Una pena, aunque nos sorprendió cuando llegó a la habitación para hacernos fotos de la primera hora juntos los tres, a pesar de que fuera Navidad. Gracias, gracias y Gracias Eva!
Eso si! Nos hicimos nuestra primera foto juntos los tres en el paritorio. Foto que siempre recordaré para el resto de mi vida.
La familia Corpas Martínez al completo!

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Qué maravilla de parto!!!! Me has hecho revivir el mio que fue algo más largo pero al fin con su preciosa y delicada recompensa!!!
Gracias por contarlo.
Belen que emocionante. Me ha encantado. Besos
Imposible evitar las lágrimas al leerte. Y voy en el metro! Gracias por compartirlo
Aun no tengo hijos, pero me encanta que compartas tu experiencia. Te sigo a ti y a tu hermana Belen. Felicidades por esa madraza que eres y serás. Lolita es una muñeca.
Ay belén. Como me has emocionado. Que maravilla. Eres una mujer muy valiente y es de agradecer que lo compartas con tantas personas, que generosidad. Tu experiencia va a ser de gran utilidad a futuras mamis y a partir de ahora a vas a poder ayudarles con un aporte extra a la profesionalidad que ya tenéis en Babybe, la vivencia de tu propio parto. Un gran aplauso y mi más sincera enhorabuena.
Qué bonito leerte. Hace 1 año daba a luz a mi segundo hijo, y aunque tuvieron que provocármelo y estuve muchas horas en el hospital, el momento de parto fue cortito. Recuerdo esa sensación de piernas temblando… y de decirme “venga, que todo va a salir bien”. Recuerdo cómo le hablaba a Dani, “venga Dani, campeón, que ya queda poco!!” animándole a salir, mandándole fuerzas… lo disfruté tanto!!
Con el primero lo pasé mal hasta que nació y lo tuve en mis brazos.
Que preciosidad! Linda experiencia y explicación……me alivia ya que estoy en mis últimos días de embarazo