Retirada del pañal de noche

Tal y como prometimos aquí os dejamos el post con los “BabyConsejos” para quitarle el pañal a nuestr@ hij@ de noche.
Por lo general, una vez que el peque ya controla el pis de día y no tiene escapes, se suele empezar con el entrenamiento para quitarle el pañal de noche. Es decir, una vez que veamos que nuestr@ hij@ ya controla bien el pis durante el día, y lleva un tiempo sin tener escapes, dejaremos un intervalo de un mes para que afiance bien el control de los esfínteres, y entonces comenzaremos con la retirada del pañal de noche.
Desde BabyBe recomendamos tener mucha paciencia, y no tener prisa en quitarle el pañal durante la noche, pues si de día aún no tiene un control adecuado del pis, probablemente moje la cama de noche, y pueda tener alguna regresión, apareciendo escapes incluso durante el día.
Os recordamos que el proceso de continencia normal del pis por la noche no se alcanza hasta los 6 años, por lo que si antes de esa edad nuestro hij@ tiene algún escape ocasional, no debemos preocuparnos. En caso de que a partir de los 6 años nuestro hijo siga mojando la cama por las noches, sería recomendable consultar a un Fisioterapeuta especializado en Uropediatría, pues podemos encontrarnos ante un caso de eneuresis.
Ante todo, el niño debe sentirse confiado, porque no es cuestión de quitarle el pañal apresuradamente y que luego moje la cama todas las noches porque no estaba preparado.
Al igual que cuando quitamos el pañal de día el niño nos da señales, cuando se plantea retirar el pañal de noche, también nos dará señales, como pueden ser:
- Se quita el pañal voluntariamente, porque le resulta incómodo llevarlo
- Tiene autonomía para vestirse y desvestirse
- Asume el tema del cuarto de baño con naturalidad, no tiene miedo al retrete
- Necesita imitar a los mayores
Es consciente de que el resto de la familia utiliza el retrete
A menudo NO moja el pañal durante la noche
Es muy importante el grado de madurez neuromotriz del niño, sobre todo para el control del pis por la noche, ya que este control no es voluntario, sino incosciente, por lo que el peque no elige si quiere aguantar el pis mientras duerme, es su cerebro de forma incosciente quien “controla las ganas de ir al baño”. Por tanto, si nuestro hijo tiene algún problemita y a nivel de desarrollo va un poquitín más lento de lo habitual, también la retirada del pañal será un poquito más tarde, siempre acorde a su nivel de desarrollo.
Si durante el entrenamiento en la retirada del pañal el niñ@ tiene algún escape, nunca culpabilizarlo, recordad que el control del pis por la noche es INCOSCIENTE.
A continuación, os presentamos “Babyconsejos” para que la retirada del pañal de noche sea lo más fácil posible.
- Se debe respetar el desarrollo natural del niño, que en este caso estará en torno a los cinco años.
- Se puede empezar utilizando pañales más incómodos, una o dos tallas menos, para que el niño pida no ponerse el pañal de noche.
- Antes de retirar el pañal por la noche, debemos retirarlo durante la siesta y comprobar que no tiene escapes.
- Se debe colocar una funda protectora del colchón, ya que es normal que el niño sufra accidentes de vez en cuando. Si esto ocurre no se le debe reñir, sino quitarle importancia e invitarlo a que nos ayude a cambiar las sábanas y que se cambie la ropa con la mayor independencia posible.
- Deben evitar darle al niño en la cena alimentos salados (aumentan la sed, y nos pedirá agua) y diuréticos, pero nunca prohibirlos. Hay que establecer límites sin llegar a prohibir.
- Debe disminuir la ingesta de líquido desde la siesta hasta la hora de la cena y beba más durante el día.
- Debe evitarse darle de beber antes de ir a la cama. Si al niño le gusta la leche antes de ir a dormir, se le debe dar en la cena.
- Se debe tener en cuenta el número de pipís al día. Lo normal son de 8-10.
- Al principio del aprendizaje, se debe despertar al niño cuando los padres se vayan a la cama y llevarlo a hacer pipí.
- El niño debe tener lo más accesible posible el cuarto de baño o el orinal y ponerle un pijama fácil de quitar.
- Estimular el interés por crecer y querer ser mayor. Los padres deben ser un modelo a imitar por el niño. El niño debe saber y haber visto que los niños más mayores y los adultos hacen pis y caca en el retrete. Se debe jugar con ellos a ser mayores llevándolos al cuarto del baño, que se quiten la ropa solos y que se sienten en el retrete y lavarse las manos después de haber estado sentados un ratito. Se le debe dar autonomía siempre que sea posible y transmitir en todo momento naturalidad y tranquilidad.
- Se deben tener en cuenta si hay antecedentes familiares de enuresis, ya que en caso de que algún familiar tuviese escapes de noche cuando era niño, el riesgo de que nuestro hijo tenga escapes es mayor.
- Si el niñ@ tiene miedo a la oscuridad, podemos colocar una lucecita en su habitación o en el pasillo para que se levante, sin miedo, en caso de tener ganas de hacer pis. Otra opción es colocarle un orinal cerca de la cama.
Además de todo esto, se deben dar consignas útiles, como por ejemplo nombrar al niño “el capitán del pipí” o contarles cuentos relacionados con el pipí para que el niño entienda la importancia que tiene el no mojar la cama. Algunos de estos juegos y cuentos pueden ser:
Cuento “La princesa mojapijamas”:
Erase una vez un rey, una reina y una princesa que vivían en un hermoso palacio. La princesa era una niña muy bonita, con rizos de oro. Todos la mimaban y la corte entera estaba pendiente de ella. Pero eso se acabó de golpe el día en que nació el príncipe. Desde ese momento ya casi nadie hacía caso de la princesa, y todo el mundo estaba pendiente del culito de Su Alteza el príncipe cuando ensuciaba los pañales.
La princesa no quería mucho al hermanito, tenía celos de él. Una noche, soñó que era un bebé como el príncipe, que la mecían en la cuna, que le daban el biberón y que le hacían carantoñas. Cuando despertó, tenía la cama mojada.
¡La noticia causó sensación! La camarera lo dijo a la dama de honor; la dama de honor, al paje; el paje, al lacayo; el lacayo, al ministro; el ministro al rey, y el rey, a la reina. Todos acudieron rápidamente a la habitación de la princesa.
¡Una princesa que moja la cama! Al principio, a la princesa, le daba mucha vergüenza, pero después empezó a gustarle volver a ser el centro de atención de todo el palacio.
Hacía ya varias noches que ocurría lo mismo. La reina estaba muy preocupada. “¿No estará enferma la princesa?” preguntó al rey. Como la princesa no dejaba de mojar las sábanas de seda, los reyes mandaron llamar al médico de la corte, pero éste no encontró ninguna enfermedad.
Entonces el rey y la reina empezaron a enfadarse con su princesa. Le daban sermones y recomendaciones y hasta le gritaban, pero de nada servía. Al final se cansaron de hablar, se resignaron y dejaron de preocuparse. También los cortesanos se acostumbraron a que su princesa mojara la cama. De vez en cuando, se oía decir a alguien: “Una princesa que se hace pis en la cama es lo nunca visto. ¡Qué vergüenza!”
La princesa, que al principio se alegraba de llamar tanto la atención, ahora estaba cada vez más triste. Le disgustaba esa estúpida costumbre, y trataba de enmendarse, pero no podía.
Un día oyó casualmente a un mozo de cuadra descarado que la llamaba “princesa Mojapijamas”. Esto ya pasaba de la raya. “Todo el palacio se burla de mí. Ya nadie dice: “Mira, ahí va la princesa Cabellos de Oro”. Ya nunca conseguiré dormir en una cama seca. Será mejor que me vaya.”
Y decidió marcharse de palacio. En realidad, esto era tontería. Pensaba con despecho: “De todos modos, mis padres quieren más al príncipe. No me echarán de menos”. Pero en esto se equivocaba. Porque, aunque el rey y la reina no tuvieran tanto tiempo para la princesa, la querían muchísimo.
La princesa se fue andando por el bosque hasta que ya no supo dónde estaba. Ahora se arrepentía de haberse marchado, pero ya no sabía volver a palacio. Y suspiraba: “¡Ah, cómo me gustaría oír ahora la dulce voz de la reina y la voz ronca del rey!” Cansada, se tendió en un lecho de musgo y se quedó dormida.
Para saber lo que le pasará a la princesa, debes tener paciencia porque, en el cuento, hay un personaje al que todavía no conoces… No muy lejos del palacio, vivía un pequeño niño, llamado Pedro. Pedro quería mucho a sus papás y sabía que ellos le querían. Pero estaba triste porque tenían muy poco tiempo para él.
Un día Pedro se puso muy enfermo, tenía una inflamación en la vejiga; su madre estaba muy preocupada. Le preparó una tisana de unas hierbas especiales y le puso una bolsa de agua caliente en la barriga. Esto calmó mucho a Pedro. La inflamación se curó pronto, pero por desgracia, desde que había estado enfermo, Pedro mojaba la cama. La madre pensó que era por la tisana que le preparaba, y dejó de dársela; pero fue inútil. El médico dijo que Pedro ya estaba curado del todo, y pronto la madre empezó a perder la paciencia y a protestar: “Por si no tenía bastante trabajo, ahora todos los días he de lavar la ropa de la cama por tu culpa”.
Una mañana cuando su madre se marchó, enfadada por haber encontrado otra vez la cama mojada, Pedro se dijo con amargura: “No es culpa mía. ¡No lo hago adrede! Tampoco a mi me gusta”. Me marcharé de casa, y así mi madre dejará de quejarse del mucho trabajo que tiene. Dicho y hecho Pedro se fue de casa. Andando, llegó a un bosque, que era el mismo en el que se había perdido la princesa. A Pedro ya se le había pasado el enfado. Muy triste, se decía: -¡Como me arrepiento de haberme escapado! ¿Qué hará ahora mi madre? ¡Con lo que ella me quiere!
Iba tan ensimismado que no miraba donde ponía los pies y ¡zas!, a punto estuvo de caerse de narices
-Vaya ¿esto que es?- se preguntó sorprendido- no puede ser un animal del bosque. ¡si es una niña! ¡Y que sucia está! ¿Qué hace sola en el bosque? ¿Le habrá pasado algo?
No se atrevía a despertarla, pero justo en ese momento un escarabajillo pasó por la nariz de la princesa haciéndola estornudar y despertarse.
La princesa se alegró mucho de encontrar a un ser humano y más a un niño de su edad, pues ya empezaba a sentirse sola. A la princesa le gustó Pedro, y a Pedro le gustó la princesa. Los dos gritaron a la vez: ¿Qué haces solo en el bosque?, entonces se rieron y se hicieron amigos. La princesa contó su historia a Pedro, y cuando él se enteró que ella era una princesa de verdad, no se lo podía creer.
“Hermosa como una princesa lo eres, pero tan sucia…”¡No; tan sucia no puede ser una princesa! Pedro se asombró mucho al saber por qué se había marchado la princesa de su palacio.
– A los dos nos ocurre lo mismo. Y yo que creí que era el único niño con esa enfermedad tan rara que no es enfermedad. La princesa dijo riendo:
– También yo pensaba que era la única. Y me daba mucha vergüenza, porque además soy princesa.
– Yo no soy príncipe, pero también me avergonzaba.
Los dos volvieron a entristecerse. Sentían nostalgia de su casa, pero deseaban no tener que volver a avergonzarse.
– Ah, si alguien pudiera ayudarnos. Tiene que haber algo que nos ayude a no mojar la cama.
Cogidos de la mano y cabizbajos siguieron andando. Llegaron a un prado. Un perfume delicioso llegaba hasta ellos.
– ¡Qué olor tan bueno! Huele a rosas, a lilas, a miel, vamos a ver de donde viene – dijo Pedro. La princesa lo siguió, extasiada por el olor. Pero en el prado solo había unas modestas florecillas silvestres.
– ¿Eso es lo que huele tan bien? ¡Pues deben de ser unas flores muy especiales! – exclamaron los niños. Empezó a soplar una suave brisa, las flores movieron las cabecitas y comenzaron a cantar con voces muy finas:
Ayudan estas florecillas.
Cada noche te enseñarán
Las flores un mágico refrán.
Gracias a él, por la mañanita,
Tu cama estará sequita.
Cuando despiertes sin humedad
Un pétalo de la flor podrás arrancar
Y su buen olor te dará
Una gran felicidad”
Dejó de soplar el viento, y las flores volvieron quedarse quietas y calladas.”
– Pero ¿tú has oído eso? ¿O lo he soñado?- preguntó la princesa a Pedro-. Las flores cantaban. Imagina, Pedro, van a ayudarnos. Sólo tenemos que creerlo firmemente. Ven vamos acoger una flor mágica.
-¡Hurra!- gritó Pedro- ¡Se acabó eso de mojar la cama! Ahora va enserio. Basta con recitar la formula mágica al acostarnos. Pero ¿cuál es la fórmula? No lo sabemos, que lata. – Me parece que las flores han querido decir que ya la descubriríamos – contestó la princesa, para consolarlo – espera a que lleguemos a casa. Démonos prisa, busquemos el camino. Estoy deseando probar esta flor mágica y perfumada al acostarnos. Pero ¿cuál es la fórmula? No lo sabemos ¡Qué lata!
Me parece que las flores han querido decir que ya la descubriríamos – contestó la princesa, para consolarlo –. Espera a que lleguemos a casa. Démonos prisa, busquemos el camino. Estoy deseando probar esta flor mágica y perfumada. Seguro que no vuelvo a hacer pis en la cama. Mis padres estarán contentos.
Al poco rato, los niños llegaron al lindero de bosque. En el camino había dos letreros. Uno señalaba hacia la derecha: A PALACIO, y el otro, hacia la izquierda: A LA CIUDAD. Ahí tenían que despedirse.
– Pedro, eres un buen amigo. Tenemos que vernos a menudo. Además, quiero saber a quién le hace efecto la formula mágica más pronto. Adiós, no quiero perder tiempo. ¡Estoy deseando llegar a casa!
Y la princesa se alejó a toda prisa, subiendo por el camino de la derecha. Pedro se quedó saludándola durante mucho rato y luego bajó por el camino de la izquierda.
En casa de Pedro y en palacio hubo gran alegría. Los dos niños sintieron remordimientos al darse cuenta del miedo y la angustia que habían causado a sus padres.
Cuando los niños cansados, se fueron a la cama, la habitación se llenó del exquisito perfume de la flor. De pronto supieron cual era la formula:
“Flor mágica, haz el favor.. De que la cama no moje yo!”
Estuvieron repitiéndola hasta que se quedaron dormidos.
A la mañana siguiente, la princesa descubrió que la cama estaba seca. Todas las noches decía la formula, y si por la mañana estaba seca la cama, arrancaba un pétalo de la flor, y la habitación se llenaba de un delicado aroma.
Cada vez eran mas los días en que no mojaba la cama, y la princesa se ponía muy contenta.
Al fin ya no quedaron más pétalos que arrancar, y el perfume se fue desvaneciendo poco a poco. Pero ahora ya no hacia falta la flor mágica. La princesa mantenía la cama seca sin ayuda; y en el palacio nadie volvió a llamarla “princesa Moja pijamas”.
Lo mismo le ocurrió a Pedro. Al principio, también él decía todas las noches con voz fuerte y clara la formula mágica; y si alguna noche se hacía pis, cosa que naturalmente ocurría al principio de vez en cuando, su madre ya no se enfadaba, porque sabía que de ahora en adelante las cosas irían cada vez mejor. Estaba muy contenta el día que Pedro conseguía no mojar la cama y le demostraba claramente lo mucho que se alegraba. Al cabo de tres o cuatro semanas, también él había arrancado todos los pétalos. Pero ya no los necesitaba. La princesa y Pedro siguieron siendo siempre buenos amigos.
Después de oír este cuento, también Eva también quiere tener una flor mágica. Toma con una gran lámina y dibuja un tallo con hojas verdes; en un extremo, pone un punto amarillo, el centro de la flor. Cuelga el dibujo en la cabecera de la cama. Y en efecto, con ayuda de la flor y de la formula mágica, el ruedo de humedad del colchón se va haciendo mas pequeño cada mañana, y las noches en que Eva no moja la cama más frecuentes. Cada día en que la cama esta seca, Eva dibuja un pétalo en la flor. Con cada pétalo nuevo que dibuja la flor es más bonita. Eva esta muy orgullosa, pues motivos no le faltan y solo muy de tarde en tarde pide ayuda a la formula mágica del cuento, y pronto ni eso necesitará.
Juego “Cada vez más cerca”:
1. Pega una foto tuya sonriente en el primer hueco empezando por abajo del faro.
2. Si consigues cinco noches secas seguidas, pon una foto tuya más contento en el hueco correspondiente.
3. Si consigues diez noches secas, sube un nivel y pon una foto tuya en la que estés aun más contento
4. Si llegas a quince noches secas estas en lo más alto, ¡enhorabuena!, pega una foto tuya en la que estés súper contento.
Mª Concepción Ligero Sánchez.- Fisioterapeuta especializada en Uroginecología Obstetricia y disfunciones del Suelo Pélvico
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